Las Casas de El Arenal

Para el logro de este singular hotel, Las Casas de El Arenal, el arquitecto Luís Fernando Gómez-Stern ha realizado un proyecto de obras y rehabilitación de los inmuebles que conforman el hotel, las casas n.º 14 y 16, del s. XVIII, de tres plantas y portada enmar­cada por pilastras, donde se ha realizado una escrupulosa rehabilitación de los mismos, manteniendo y respetando todos los elementos constructivos característicos de la época, mediante su reparación o sustitución. Con esta rehabilitación se recuperan dos de las casas más significativas del Barrio de El Arenal, que unidas a través de sus patios y galerías logran crear un espacio singular y único, donde su rehabilitación ha hecho que resurja todo el esplendor del más puro estilo de la arquitectura sevillana. Su elegante fachada esconde en su interior una arquitectura tradicional, de alto valor arquitectónico. El barrio del Arenal es el recuerdo de una Sevilla marinera y colonial que ya no existe. De El Arenal partieron las grandes flotas hacia el Nuevo Mundo y a El Arenal llegaron los fabulosos cargamentos y tesoros que hicieron de la ciudad lugar de peregrinación y puerto de refugio para comerciantes, pícaros y aventureros de todo el globo. Paseando por este barrio podemos recordar los siglos de esplendor de la Sevilla del siglo de Oro, corazón económico y cultural de España en los siglos de mayor auge. El nacimiento de El Arenal se debe, principalmente, a la invasión de los vikingos en el siglo IX. Llegaron a Sevilla en el año 844 y la saquearon. Los musulmanes de Abderramán II decidieron que había que amurallar la ciudad para evitar nuevas invasiones. Una vez construida la muralla defensiva, quedó una franja de tierra cercana al río, sin protección ni edificios, en cuyo solar irá creciendo, a lo largo de los siglos, un mundo recoleto y dispar al abrigo de las atarazanas y toda la industria marinera que Abderramán II pondrá en marcha. Este origen humilde de El Arenal dará con el tiempo una zona de privilegio a la ciudad de Sevilla, pues por aquí pasarán todas las novedades traídas de América, y de aquí partirán el gran número de rufianes, aventureros y hombres sin fortuna que construyeron el Nuevo Mundo. En el siglo XIII se levantan la Torre del Oro, la Torre de la Plata y la Torre de Abdelaziz para evitar posibles invasiones desde el Guadalquivir. Tras la reconquista de Sevilla por el rey Fernando III el Santo, se creó una zona con privilegios y exenciones el barrio de la mar-, donde los marineros, toneleros, cesteros, carreteros, etc., mantenían extramuros la principal actividad de la futura Sevilla: la construcción de barcos y el tráfico de mercancías en la ciudad más importante y populosa de España. Alfonso X el Sabio mandó levantar las atarazanas, y centralizó aquí el Almirantazgo de las flotas de Castilla, por ser puerto estratégico donde confluían las rutas del Atlántico y del Mediterráneo. Esta es la razón de que los marineros que vivían por el barrio de La Carretería y La Cestería (o sea, el barrio de la mar, que abarcaba todo el Arenal), fueran hombres del norte, y principalmente de Santander. Tras el descubrimiento de América, Sevilla es Puerto y Puerta de Indias desde 1503, cuando se le concede el monopolio del comercio americano. El Arenal era un suburbio industrioso de Sevilla, una zona entre marinera y transeúnte que ha crecido, inesperadamente, a un costado de la Sevilla amurallada y feliz, a la que entonces se llamaba Atenas hispana. Aquí vendrán a parar los desechados de la península, los galeotes, pícaros y buscavidas que huían de una Castilla fatigada y pobre. Cervantes llegó a Sevilla con la esperanza de resarcirse tras tantos años de presidio y heroísmo bajo bandera española. En el siglo XVIII, en tiempos de Carlos III, se construirá sobre las antiguas atarazanas la Maestranza de Artillería, así como la nueva Casa de la Moneda. También se construiría la Real Maestranza de Caballería, para dar rienda suelta a una pasión que viene atenazando al español desde los tiempos remotos del pueblo ibero, el toreo y el toro. Con el paso del tiempo el puerto de Sevilla fue perdiendo importancia. En el siglo XIX desapareció la muralla que separaba El Arenal de Sevilla y se urbanizó el Paseo Colón gracias a Pastor y Landero. La tradición marítima de El Arenal fue desapareciendo lentamente, para convertirse en un barrio más de la ciudad extramuros. El muelle de la Sal será sustituido por el de Nueva York y los sucesivos ensanches de la ciudad, como el de la Exposición Iberoamericana de 1929, irán desplazando hacia el sur el viejo arrabal marinero. En la zona también es donde Sevilla encuentra buena parte de su tradición operística. Frente a la Casa de la Moneda, cerca de la Avenida de la Constitución, es donde la tradición sitúa la casa del Barbero de Sevilla, Fígaro. También está la Plaza de Toros de la Maestranza, perteneciente a la Real Maestranza de Caballería de la ciudad, donde tienen lugar escenas de Carmen, la cigarrera de Sevilla. Y también se encuentra el Hospital de la Caridad, fundado por el venerable Miguel de Mañara, que también tiene óperas en su honor y distintas de las dedicadas a Don Juan Tenorio. El barrio fue el lugar elegido en los 90 para erigir el Teatro de la Maestranza, que es el teatro de la ópera hispalense. Las iglesias situadas en el entorno son la Capilla de la Carretería, la Capilla del Baratillo, la Capilla de la Real Maestranza de Caballería, la Iglesia del Hospital de la Caridad, la Hermandad del Santísimo Cristo de las Aguas y la Capilla de la Concepción, que se encuentra junto al Postigo del Aceite.